Enorme metáfora del estado de situación en la Argentina. Por un lado, nunca hemos estado inmersos en semejante oscuridad con respecto al variopinto carnaval de candidatos con el que amanecemos cada mañana. Y por otro, lo del Padre, nunca hemos estado tan huérfanos políticamente. Hay una marcada tendencia en el electorado a buscar a un “Papá” o “Mamá” salvador o salvadora. Votamos personas y no proyectos, según el carisma, el “ángel”, la labia, el magnetismo que tengan, y nos pegamos cada chasco, cada decepción. Todo esto pensaba mientras preparaba el almuerzo familiar el domingo, a la luz de las velas en Ringuelet, La Plata. Se me vinieron a la cabeza frases como: “El último que apague la luz”, “Cita a ciegas”, “Y se nos vino la noche”, y todas parecían tener un correlato con nuestra penumbrosa realidad. Ojalá lo de cuarto oscuro no sea literal. Y que no se nos apaguen las neuronas a la hora del naufragio. Perdón. Del sufragio. Amén.

Publicado en Clarín