Hoy, los argentinos somos espectadores de una suerte de “grotesco criollo” que ofrece toda la clase política en el gran escenario nacional. Y la inevitable conclusión es un enorme fracaso. De todos. De la gestión actual (los protagonistas), en primer lugar, que ha desaprovechado una oportunidad histórica, por una letal combinación de impericia y soberbia. De la oposición (actores secundarios), que están disgregados, divididos, y no logran consolidarse como una opción potable.

En mitad de la crisis, intercambian ministerios como si intercambiaran figuritas, disputándose cual vedettes el tamaño y ubicación de sus nombres en la marquesina. Tragicomedia patética, lamentable, sin director general, con una puesta en escena berreta. Sobreactuaciones, palabras vacías de contenido, improvisación. Pero no es ficción. Ojalá lo fuera. Es una nueva estafa al público, a nosotros, la gente, los sufridos de siempre. Y no hay devolución de entradas. Otra estafa, y van …

Publicado en Clarín