“El Emperador Gynt”. Autoría: Franklin Caicedo y Lito Cruz, basada en el “Peer Gynt” de Henrik Ibsen. Dirección: Julio Panno. Producción Artística: Marifé Caicedo. Producción Ejecutiva: Florencia de la Vega. Intérprete: Peter Lanzani. Piano: Mónica Cosachov. Escenografía: Santiago Tato Fernández. Música: E. Grieg, M. Cosachov. Vestuario: Alejandra Robotti y Romina Lanzilotta. Iluminación: Santiago Tato Fernández, Julio Panno. Asesoramiento vocal: Sandra Guida.Asistente de dirección: Miriam Costamagna. Revisión dramatúrgica: Marifé Caicedo. Teatro Metro, La Plata

El público platense tuvo el raro privilegio de disfrutar de dos obras del gran dramaturgo y poeta noruego Henrik Ibsen (1828-1906) en el lapso de un par de meses: “Un enemigo del pueblo”, en el Coliseo Podestá, protagonizada por  Juan Leyrado, y “El Emperador Gynt” en el recientemente inaugurado Teatro Metro.

El director Julio Panno trabajó con la versión de Franklin Caicedo y Lito Cruz, para abordar este texto del autor de “Hedda Gabler”, “Casa de muñecas”, “Espectros”, “El pato salvaje”, “Brand”, “Cuando los muertos despertamos”, entre tantas obras emblemáticas, que vuelven a los escenarios una y otra vez por su notable impacto y  vigencia.

“Peer Gynt” (1867) fue escrito como un poema dramático que en principio no estaba destinado al teatro. Fue severamente criticado en su momento, por ser considerado una sátira mordaz y cruda de la época. Eso no hizo más que redoblar la apuesta del autor. “La indignación multiplica mis fuerzas. ¿Quieren la guerra? Les haré la guerra”. Es que Ibsen fue un rupturista, por la temática que abordó y por la estructura de sus obras; un transgresor a quien mucho deben grandes dramaturgos del siglo XIX.

Peter Lanzani , en la piel de este anti-héroe, mezcla de aventurero, embustero, megalómano, romántico, fabulador, protagoniza un “tour de forcé” que quita el aliento. Durante casi dos horas, encarna a más de una docena de personajes, cada uno con su particular decir, andar, gestualidad. El escenario se puebla de otros hombres y mujeres cuando el actor los materializa con sus sutiles transiciones. De esa manera, el espectador logra ver –entre otros- a “Aase”-su madre, a “Anitra”, a la bella “Solveig”, al Rey de las Montañas, al mismísimo Diablo,  el Fundidor de Almas, gracias a la prodigiosa multiplicación que logra el actor, quien se subdivide todo el tiempo  como por arte de magia.   Un “capo lavoro” de Peter Lanzani, que ya no nos asombra,  dada la excelencia de sus últimos trabajos en cine y televisión (“El Clan”, “El Angel”, “Un gallo para Esculapio”).

Lanzani cuenta con una gran aliada, una partenaire de lujo: Mónica Cosachov, quien acompaña en piano el devenir de los acontecimientos, interpretando  música original y la compuesta al efecto por otro noruego coetáneo de Ibsen, Edvard Grieg (1843-1907). Virtuosismo al servicio de una pieza rica en símbolos.

Un alarde la dirección de Julio Panno, que genera todo tipo de climas e imprime un ritmo maratónico a su audaz puesta en escena.

El vestuario, la escenografía, las luces: todo contribuye a crear esta suerte de limbo, de no-lugar,  que puede ser una choza, un desierto, un manicomio, un granero, una cordillera, todo gracias al sortilegio de la fantasía, a la complicidad que el actor logra con su público, que va construyendo los ámbitos a la par.

Quienes se perdieron esta joyita en el Teatro Metro de La Plata, pueden verla los martes y miércoles a las 20 hs en el Cultural San Martín, Sarmiento 1551, CABA.