• ¡Feliz día, chicas! ¿Se acuerdan del comercial de “Virginia Slims”, aquellos legendarios puchos largos y finitos? Nosotras sí que hemos recorrido un largo camino, muchachas. ¿No?
  • ¡Ya lo creo! Testigos de infinidad de cambios y de unas cuantas revoluciones.
  • ¿No se dirá “testigas”, o “testigues”?
  • ¡No me rompas! El lenguaje inclusivo no va conmigo. Me resisto.
  • ¿Ustedes creen que llegó para quedarse, amigues?
  • Parece. El flamante gobernador dijo que lo iba a implementar en toda la administración pública bonaerense.
  • ¿En serio? ¡Me muero muerta!
  • Habrá varias opciones, dicen. Se podrá sustituir el masculino por el impersonal, la “X” o la “E”. Para todos los gustos, o gustes.
  • ¡Éramos pocos y paríó la abuela! ¿O abuele?
  • ¿Se acuerdan cuando hablábamos en jeringoso?
  • ¡Sipi! ¡Copomoponopo! ¡Qué plato! Nos divertíamos barato.
  • ¡Y no vivíamos enchufadas a la tecnología! Pura vereda, bici, rayuela, potrero.
  • ¡Y los malones! Nosotras la comida, ellos la bebida. Gaseosas, obvio.
  • ¿Malones? ¿No eran “asaltos”?
  • Seigual, diría Minguito. Yo la rompía bailando el twist.
  • Pero lo mejor eran los lentos. Música para chapar. Y ponerse de novios.
  • Pasamos por todas las modas: minifalda, maxifalda, hotpants, jeans pata de elefante, pilchas psicodélicas, los vestidos bobos …
  • ¿Y los peinados? ¿Los batidos? ¿La “toca” para enlaciarse los rulos? ¡Cuánta nostalgia!
  • Mis hijas no me perdonan haber regalado toda esa ropa, que ahora es “vintage” y “cool”. Todo vuelve, ¿vieron?
  • ¿Y la onda Courreges? Todo geométrico, estilo galáctico, en blanco y negro. ¿Se acuerdan?
  • Nosotras fuimos bastante hippies, chicas. Muy de avanzada. De la “burn your bra revolution”.
  • ¿Lo quéééééé?
  • Cuando nos liberábamos de los corpiños, ¿no te acordás? Y los quemábamos.
  • Yo nunca usé porque siempre fui la “tabula rasa” de Descartes. Chata, pero culona, eso sí.
  • No es por restarle importancia a las pibas de hoy en día, pero nosotras fuimos bastante vanguardistas y empoderadas para la época. Fuimos a la universidad, tuvimos sexo antes de casarnos, nos animamos a la pastillita anticonceptiva, nos fuimos a vivir solas antes de casarnos, viajamos como mochileras, nos divorciamos si no éramos felices (no como nuestras madres, que se bancaron los cuernos mansamente), planificamos la familia, cuántos hijos tener y cuándo …
  • Ahora que lo pienso, tenés razón Marisa. Y eso que nos tocó atravesar varias dictaduras.
  • Y padres y maridos ultra machistas. Por suerte, todo eso está cambiando. Ya fue.
  • Es que las minas somos más resilientes, mejores administradoras, capaces de hacer muchas cosas a la vez. “Multitarget”, que le dicen. Estoy convencida que manejaríamos mucho mejor el mundo. Habría menos guerras y más empatía y sentido común.
  • Y, sí. Los tipos la han pifiado bastante como líderes. No todos, claro, pero la mayoría.
  • Otra cosa, chicas. Antes, una mina de 40 ó 50 era una jovata de batón y chancletas. Nosotras pasamos los 60 y estamos regias.
  • Ponéle. Estamos, que ya es bastante.
  • Propongo un brindis por nosotras, inoxidables veteranas que, como la cigarra, todavía cantamos. ¡Chin, chin!